domingo, 22 de junio de 2025

Receta secreta Nº1


 Receta secreta Nº1 de Hugo Cisternas

De mis cuadernos "la cuchara del Dao"
Ingredientes:
6,6 cucharadas de aceite de oliva extra virgen, idealmente del Huasco o más al norte
7,7 gramos de sal pura del desierto de Atacama
Un puñado de romero fresco (o seco, si estás en invierno emocional)
Una pizca de ajo, necesario como soporte vital al zhōng qì
Instrucciones muy, pero muy ancestrales:
1. Prepara tu espacio.
No es necesario un altar, aunque vas a necesitar un soporte, una mesa —porque en mi experiencia, preparar estas recetas en el aire no es buena idea.
Si hay música zen o una vela aromática, no agregan nada, pero tampoco molestan.
Un gato dormido también sirve de testigo silencioso. Shhhh... No lo despiertes.
2. Toma el aceite.
Mide exactamente 6,6 cucharadas. No 6,5. Ni 6,7.
Porque el 6 es un número par, y los pares —según sabiduría transmitida por sabios chinos en extensos tratados cosmológicos—
son Yin (陰): suaves, receptivos, envolventes...
Como un abrazo de abuela o una siesta sin culpa a las 15:00.
El aceite también es Yin: fluye, suave, penetrante, nutritivo.
3. Agrega 7,7 gramos de sal.
Un número impar.
Y los impares son Yang (陽): activos, punzantes, descarados.
La sal también es Yang: es activadora, resalta sabores, mueve el qì del paladar, lo intensifica con irreverencia, preserva con altivez, invade el gusto como si tuviera algo que demostrar.
Pero ojo: demasiada sal y el Yang se desboca como un caballo sin riendas.
4. El romero.
No se pesa. Se intuye.
Un puñado que cabe en la palma —Láogōng — esa antigua balanza del alma.
El romero no es Yin ni Yang.
Es el chamán silvestre que conecta ambos.
Es el sabio silencioso. Aromático, ascendente, le habla al pulmón, al bazo… y a la memoria de tu infancia, cuando aún creías en secretos y en el Viejito Pascuero.
5. Mezcla sin expectativas.
No recites mantras. No invoques ancestros. Solo revuelve.
Un cucharón de madera es esencial.
Respira. Siente la danza del Yin y el Yang en tu cucharón.
Observa cómo el aceite acaricia al romero y cómo la sal no se disuelve del todo.
Como la vida misma: no todo encaja a la perfección.
Y es justo eso lo que la hace real.
¿Qué magia puedes hacer con esto?
Pues nada.
No hay magia.
Y eso, mis queridos amigos y amigas,
es muy mágico de verdad.
Aplicación (opcional, pero recomendable):
Lava y corta 666 gramos de papas brujas (moradas) en cubos medianos, con cáscara: Yin sólido y estructural.
Déjalas remojando 12 minutos para que suelten almidón (Yin que se dispersa).
Seca bien las papas. El fuego (Yang) no es amigo de la humedad (Yin retenido).
Vierte la mezcla de aceite, sal, romero y ajo en un wok caliente, y permite que suelten su qì aromático.
Añade las papas.
Saltea con movimientos suaves, permitiendo que cada lado se dore.
No esperes perfección: que se quemen un poco está dentro del Dào.
Agrega una pizca más de sal cuando estén casi listas:
un último toque de Yang para evitar que suden demasiado y pierdan crocancia.
¿Y si te equivocas en la exactitud de las proporciones mágicas? Nada, La vida no necesita refinamiento para ser vivida. Solo intención.
Advertencia legal:
Esta receta No te garantiza iluminación.
No mejora tu cuenta bancaria.
No atrae a tu ex.
No cura la calvicie.
No cambia tu destino...
… salvo que te vuelvas fan como yo de las papas al romero.
Y en ese caso, es probable que ya estés en buen camino.
¿Qué dice el sabio?
Has seguido todas las proporciones.
Has alineado Yin con Yang.
Has olido el romero como si fuera una evocación del alma dormida.
¿Y sabes qué ha pasado?
No pasa absolutamente nada… o ha pasado de todo.
Porque la verdad… la única magia está en ti.

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