No sé si mi dios perdona.Pero sé que mi dios, muchas veces, me falla.
Cuando enfermo, no veo que me sane.
Difícil saber si me ama,
pero a veces… castiga.
Porque mi dios es profundamente humano.
Parece indiferente,
pero deja huella.
Mi dios no es perfecto.
Ni infalible.
Mi dios es profundamente humano.
Se esconde.
Se enoja.
Se aleja.
Pero también, a veces,
me acaricia sin razón.
Me da señales torpes,
como quien no sabe cómo amar,
pero lo intenta.
Como un dios profundamente humano.
No sé si mi dios existe.
Pero sé que vive en mí.
Y a veces,
me responde como mi propio eco,
cuando le hablo en silencio.
Porque mi dios es tan humano...
es tan yo.
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