domingo, 16 de febrero de 2025

¿Qué es lo que nos rodea?


“Un pez en el agua no sabe de agua,

así como el hombre en el Dào no lo percibe.” (Zhuangzi)


Desde tiempos remotos, la humanidad ha intentado comprender la realidad, aquello que nos rodea constantemente.

A nuestro alrededor, todo parece sólido, evidente y palpable. Nuestros sentidos nos proporcionan información sobre el mundo que nos rodea, pero a veces intuimos que hay algo más allá de lo que podemos percibir directamente, una realidad última, inefable e inaprensible.


En el taoísmo chino, el Dào 道 es la totalidad, pero al mismo tiempo es indescriptible e incomprensible.

“El dao que puede expresarse con palabras, no es el dao permanente”. 道可道,非常道。(Dao De Jing de Lao Tse)

El Dào es inefable y no puede ser capturado por palabras ni conceptos. No podemos señalarlo, pero está en todas partes. Como un mapa que puede describir el territorio, pero no es el territorio que describe. Una palabra no es la cosa nombrada, es solo una etiqueta, un concepto y por eso las palabras no pueden definir el Dào. Aunque es la fuente de todos los objetos y conceptos que podemos definir y nombrar, sigue siendo inaprehensible, siempre fluyendo y cambiando, escapando de nuestra comprensión.

En la filosofía hindú, Brahman ब्रह्म es la realidad última e infinita de la que emana todo el universo. Al igual que el Dào en China, Brahman es una totalidad no dual que trasciende la comprensión humana y no puede ser descrita completamente con palabras. Se le considera la esencia inmutable detrás del universo cambiante, donde todas las formas de la existencia percibida son manifestaciones temporales de esta realidad suprema.

“Aquello que no puede ser pensado por la mente, pero por lo cual la mente piensa... eso es Brahman” (Kena Upanishad)

Desde la perspectiva budista, la realidad se entiende a través de la doctrina de las dos verdades (satya-dvaya):

"El Dharma de los Budas se basa en las dos verdades:
la verdad convencional y la verdad última. (Nāgārjuna)

1. Verdad convencional (saṃvṛti-satya) es la realidad tal como aparece a los sentidos.
2. Verdad última (paramārtha-satya) es la realidad tal como es en sí misma, libre de proyecciones conceptuales, inaprehensible e indefinible.

En el budismo se habla también de la impermanencia: todo lo que percibimos está en constante cambio y, por lo tanto, no tiene una existencia independiente o duradera.


En la cábala judía, Ein Sof אֵין-סוֹף se refiere a "lo infinito", el principio que está más allá del entendimiento humano y es la fuente de toda existencia percibida. Ein Sof representa una realidad sin límites ni fin, incomprensible e imposible de definir o nombrar.

“Ningún pensamiento puede capturarlo,
ningún nombre contenerlo” (Zohar)

En el sufismo el Al-Haqq الحق es el "Verdadero" o la "Realidad última", el principio que subyace en todo lo que existe. Es la única verdad eterna, una realidad infinita y trascendental que es inalcanzable por completo para el ser humano, aunque se puede experimentar a través de la conexión espiritual.

"A través de la ventana entre corazón y corazón, brilla la luz que distingue la verdad de la mentira." Rumi.

En la cosmovisión andina, Pacha es el mundo, el universo o el momento-en-el-mundo: el "aquí y ahora" de la realidad inefable. Comprende tanto el espacio físico como el tiempo, fusionando la realidad cambiante en una danza incomprensible donde lo impermanente es la norma. En Pacha, no existe una separación estricta entre lo material y lo temporal, sino una interconexión continua y fluida de todas las cosas.

Estas diversas tradiciones reflejan una intuición universal: la realidad que percibimos es solo una manifestación de algo más profundo, algo que no podemos definir ni captar plenamente. La realidad última, aunque inefable, ha sido una preocupación constante en la historia del pensamiento humano, manifestándose en distintos sistemas filosóficos, religiosos y cosmológicos.

Llamémosle Dào, paramārtha-satya, Pacha, Ein Sof, Brahman, Al-Haqq o de cualquier otra manera, las diferentes tradiciones han llegado a la misma conclusión: esta realidad inefable está más allá de nuestros sentidos, nos incluye y no podemos aprehenderla directamente.

Cualquier nombre que le demos, es solo un nombre, una etiqueta, pero no es la realidad última.

viernes, 14 de febrero de 2025

El Amor en Febrero


En el fluir constante de la vida, el amor se parece a un río, un cauce que avanza y se adapta a paisajes que varían a cada paso: a veces calmado, casi invisible en su curso, otras veces turbulento y desbordante, pero siempre, siempre en movimiento.
Y en el mes de febrero, las efemérides del 13, 14 y 16 me invitan a reflexionar cómo el amor se transforma en un abanico de formas, desde la rebelión más pura hasta la quietud más profunda, sin que ninguna de ellas pierda su validez ni su belleza.
13 de Febrero: Amor Rebelde y Conexiones Sin Fronteras
El Día del Amante es un amor rebelde, el que desafía las convenciones establecidas, como un salmón que nada contra la corriente para alcanzar su origen. Este amor desafía la norma, se atreve a ir más allá de lo establecido, tomando el deseo como su única brújula. Este amor es incansable, sin esperar el permiso de la sociedad ni el aplauso de los demás, simplemente fluye.
Y, sin embargo, en la misma fecha, tenemos el Día de los Amigos de Internet, un amor sin límites geográficos, un amor que no se mide en kilómetros, ni en las estaciones del año, ni en la temperatura de un abrazo. Aquí, el amor se expresa en palabras, en miradas a través de pantallas, en silencios compartidos que no necesitan ser tocados para ser sentidos. Es el amor que no tiene fronteras, que se teje en el entramado etéreo de la virtualidad, donde no existe el calor físico ni el frío del invierno, solo la calidez de un alma conectada a otra.
Me resulta curioso, en este grupo de efemérides, nos encontramos con dos corrientes: una que desafía lo impuesto y otra que demuestra que la distancia no diluye la cercanía emocional. Ambos amores nos invitan a reflexionar que el amor es fluido: a veces rebelde, otras veces lejano, pero nunca dejando de ser un vínculo profundo entre dos seres.
14 de Febrero: Entre lo Ideal y lo Esencial
El Día de San Valentín es una celebración que se ha llenado de símbolos exuberantes, de mensajes empalagosos, de flores que se marchitan al día siguiente, de corazones dorados, de chocolates que se derriten... y, claro, de una promesa de amor idealizado. Pero este amor que celebramos es tan efímero como el reflejo del sol en el agua: un destello que parece eterno, pero que se desvanece al menor movimiento. Este amor, más que un refugio, parece un deseo tan efímero como la burbuja en el vaso de champaña.
En contraste, el Día Mundial de los Sonidos Curativos nos invita a un amor más profundo, uno que no es externo ni material, sino interno, como la resonancia de un sonido que se dispersa en todas direcciones. El amor es como una vibración, un eco que resuena en el silencio interior (el Xin, 心 en chino, símbolo del corazón-mente) donde descubrimos su poder transformador.
El amor verdadero no necesita adornos ni discursos grandilocuentes. Se encuentra en la capacidad de sanar, en la disposición para escuchar, en la presencia genuina que supera las expectativas de lo idealizado. Tal vez, este sea el amor que se encuentra en el silencio entre dos almas que se encuentran en sintonía, sin necesitar más que la resonancia mutua.
16 de Febrero: El Amor que Trasciende
Finalmente, el Día de los Amores Imposibles nos ofrece una visión más filosófica del amor, el amor de lo inalcanzable, de lo que nunca fue pero que sigue siendo. Aquí, el amor es como un pájaro que nunca se posará en nuestras manos, un anhelo que nunca será saciado. Este amor vive en la mente y en la memoria, desafía las leyes del tiempo y el espacio, y sin embargo, persiste.
Este amor, aunque imposible de concretarse, es un amor que nos trasciende, que vive en nuestros pensamientos y en nuestras emociones más profundas. Y tal vez, este amor es la manifestación de lo eterno: un amor que no tiene forma, pero que no deja de existir. Nos invita a aceptar nuestra vulnerabilidad y nuestra capacidad para amar incluso lo que nunca tendremos.
Así, podemos ver la enseñanza que nos ofrece el río de la vida: el amor no es un destino, sino un viaje. Es un fluir constante, una corriente que se adapta, que se renueva, que no necesita cumplir expectativas, porque su verdadera sabiduría radica en su capacidad para transformarse.
Y tal vez, la verdadera reflexión para estos días de amor en febrero es que no importa cuántos días celebremos, lo importante es aprender a navegar las aguas del amor con la misma aceptación y fluidez con las que el río se adapta a su paisaje, sin resistencia, sin expectativas, solo dejando que el amor fluya en su forma más pura y auténtica.